La canción Guapa, corte de difusión cuyo clip lo muestra como un padre de clase media atribulado (ver solapa de videos), ya tiraba pistas sobre la nueva dirección artística de Diego Torres, el cantautor multitarget que la tiene atada desde hace años y que, cada tanto, tira bálsamos pop para sobrellevar etapas difíciles. Como la de ahora, en la que el vocablo “crispación” es la vedette.
El título del disco no hace más que apurar una confirmación: efectivamente, Diego Torres está Distinto. Está más guitarrero, tal como se lo ve en la publicidad del champú anticaspa: munido de acústica y dispuesto a surcar las rutas argentinas hasta el fin. Su nuevo disco suena más compacto que los mezcladitos a los que nos acostumbró. “Sí, se llama Distinto porque tiene nuevos sonidos, nuevos arreglos. Sentí la necesidad de renovarme, reinventarme. Tenía que cambiar y cambié”, expresa Torres desde Miami, tras vivir días complicados porque su padre estuvo delicado de salud.
Luego asocia todo a un proceso de “maduración” que encierra un corte abrupto en relación con su pasado más inmediato. Es que con Distinto cambian colaboradores y hasta la compañía editora. Ya no están el ala protectora de Afo Verde ni Sony, sino el genio creciente de Rafa Arcaute y Universal. Torres se ofusca cuando se le consulta si estos cambios afectaron relaciones que alguna vez fueron amables. “Cómo se nota que estás en la Argentina, que te gusta la polémica –dispara–. Hay gente que trabaja conmigo desde hace 20 años y se mantiene en su lugar. El Polaco, mi guitarrista, compone conmigo desde entonces... Pero he incorporado gente nueva. Está bueno renovarse, permitirse nuevas experiencias. Compartir cosas con gente con la que nunca me había sentado a crear. En este caso, logré comunicación única y frescura con Rafa Arcaute, a quien conocía de un equipo de fútbol formado por músicos. Está bueno tener a alguien que vaya trabajando en paralelo a vos y aportando sus puntos de vista. Había que madurar el disco y decidí encararlo con mucha gente distinta: arregladores, ingenieros de mezcla”, explica. Y añade: “Hay un montón de cosas nuevas en esta etapa. Todo es Distinto. Y punto”.
–Podrías haber trabajado con un productor recontra “mainstream”, si hubieras querido, ¿no?
–Nunca fue tan así en mis discos. Siempre resultó más importante la comunicación con el productor que su chapa. Me encantan las ideas de Rafa, su enfoque, el modo como hicimos el trabajo cotidiano. Encontré un partenaire importante.
–Las letras no están en el “booklet”. ¿Por qué?
–La idea era no contaminar las páginas y conectar con la gente cuando las busque por Internet. Ahora, la cuestión pasa un poco por ese lado, ¿no?
Mira al frente
Volvamos al clip de Guapa. En su momento, Torres explicó que quería contar “una historia sobre los ángeles guardianes que todos tenemos, pero que no siempre podemos ver, muchas veces por nuestros propios ojos nublados por la realidad. Es la voz de la conciencia, que nos ayuda a razonar y nos endereza cuando andamos torcidos”.
En alguna medida, y acaso no tan involuntariamente, sus canciones se erigen como esa entidad protectora. O tal cual se expresó arriba, como un bálsamo. En Distinto, parece que el cierre Cuando no queda nada oficia de Color esperanza. Tiene un dejo optimista y, según observa Torres, un valor agregado. Leamos: “Lo único que me creo es lo que hace la gente; es decir, lo que las canciones provocan en la gente. En Cuando no queda nada, es cierto, el coro dice ‘siempre se levanta el sol aunque no queda nada’. OK, se puede entender que siempre hay una luz pese a las tantas cosas que no podemos cambiar, a las paredes contra las que chocamos. Pero la canción también tiene un mensaje alentado por cuestiones muy reales, que tienen que ver con un aspecto social”.
“Es cuando Yotuel (del combo hip hop cubano Orishas) dice ‘y los políticos que nos prometen y nos prometen y luego nos la meten’ –agrega–. Eso aclara lo que pienso cuando muchos de la clase dirigente se adueñan de los mensajes. Tratan de alinearse, pero yo les exijo más hechos que palabras”.
–¿Es decir que hay algo más que un mensaje esperanzador?
–Claro. Planteo algo así como “hay que convivir con esto, sigamos adelante, nuestra vida continúa”. Porque es así, existe la hipocresía, el poder destructor y demás, pero también hay una fuerte corriente de gente que ama y busca otra forma de vivir. Así veo yo el panorama, al menos.
–En el disco está Yotuel pero también la Mala Rodríguez. ¿Estás tan copado con el hip hop como en su momento lo estuviste con el flamenco?
–Escucho música diversa, es la realidad. Me han enseñado en mi casa que la música es música. Desde chico escucho flamenco, salsa, tango, reggae, funk, música italiana. La amplitud de la música te permite transitar por otros caminos, y yo los transito libremente. El rap, puntualmente, estuvo desde Tratar de estar mejor, Déjame estar, No te vayas. En Mirar atrás pensé, cuando Rafa me hizo la primera devolución, qué bueno sería alguien que entre rapeando y le dé una dinámica distinta a lo que estoy cantando. Y otra carga poética. Pensé en La Mala, quien, al ser mujer y andaluza, convierte todo en algo singular, magnético. Siempre hay un lugar en el que dos distintos pueden convivir, y estar en paz cada uno con su universo. Si el mundo siguiera esa regla...
Torres siempre se las arregló para posicionarse como un tipo ejemplar, querible. Y todo el mundo lo quiere casado y con hijos. Preocupa que llegue mansamente a los 40 sin resolver el costado emocional de su vida. Está de novio (desde hace tiempo ya, y con la modelo Déborah Bello), pero todo parece indicar que está lejos del altar. “No me atormenta esa presión popular –expresa–. Los hijos y la familia llegarán cuando tengan que llegar. En este momento trabajo y viajo demasiado”.
Fuente: Vos.LaVoz
