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domingo, 3 de octubre de 2010

"En este momento me alimento de la energía de la gente"


Al borde los cuarenta, el músico se presenta en Buenos Aires después de cuatro años. Su visión sobre el país, su vida cotidiana y el dolor por la pérdida de su papá, que falleció hace poco más de un mes

Tenía pelo largo por la cintura, cara de nene, la misma simpatía de ahora y protagonizaba una novela que hizo furor: "La Banda del Golden Rocket". Corrían los años ’90, y Diego Torres asomaba como una apuesta musical nueva. Y además actuaba. Era el niño mimado de los medios y el favorito de las teen, que –a priori– fueron su público cautivo. Pero, ya con ocho discos en sus espaldas, y mucho antes de editar "Distinto" (su última placa), siempre se mostró diferente, al menos en su relación con el público. Ante los gritos eufóricos de sus fans, el cantante no dudaba en detener el recital. Pretendía ser escuchado. Muchas veces la relación del ídolo con su masa de seguidores suele ser incondicional: él abre la boca, ellas gritan. Ése nunca fue el caso de Diego Torres, que moldeó su público a su manera. No importa dónde, importa cómo.

Con su nuevo disco, sólo durante el último mes tocó en Tel Aviv, Milán, Puerto Rico y Nueva York. Lo hará el próximo sábado y el 9 de octubre en GEBA, después en Córdoba (el 14) y en Rosario (el 16). Un verdadero trotamundos de la música, que reflexiona con 7 DÍAS sobre su nuevo trabajo: "El disco, a lo mejor tiene que ver con el inicio de una etapa nueva. Soy un tipo que siempre trata de salir adelante ante la adversidad y los problemas que la vida nos pone a todos. Todos tenemos momentos buenos y malos".

–Nunca se encasilló en un público determinado, como podría ser la receta más sencilla.

–No, porque mi educación en la música y lo que viví en mi casa era de otra manera. Desde chico nunca coincidí con la locura y la histeria; hay mucha gente que piensa que cuanto más se grite, mejor. Nunca fui partícipe de eso. Sabía al comienzo de mi carrera que tenía mucho público femenino y lo disfruté, pero tenía que ser paciente. El tiempo me dio la razón, porque el público varió, cambió. Ahora hay euforia, la gente baila, canta y disfruta, pero también hay calma cuando una canción lo requiere. Hay contacto con la gente entre un tema y otro: cuando quiero hablar, me escuchan. Disfruto más de esa manera, y ellos también lo disfrutan así. Se acomodó la sintonía y eso está bueno.

—¿Sus condiciones siempre fueron claras?

—Al principio era más complicado, pero después fue más fácil, todo se fue acomodando. También te vas dando cuenta en otros países de cómo funcionan las cosas.

—¿Por ejemplo?

—Afuera, tal vez, se rompen un poco más los prejuicios, porque a veces nosotros somos muy prejuiciosos. Ojo que te hablo del comienzo de mi carrera. Después la gente me fue tomando como un tipo que canta, que hace música; si te gusta lo vas a ver y, si no, hay otra música para escuchar. Acá se me conoce desde el principio y por ahí afuera mi carrera comenzó más tarde. Era una cuestión de tiempo.

Suele ser un ferviente cultor del perfil bajo. Hijo de una leyenda de la música argentina como Lolita Torres y –por eso– famoso desde su nacimiento, es muy difícil verlo en eventos sociales. Ni hablar de escándalos. El hombre se cuida. De novio con la modelo Débora Bello desde hace 6 años, es sumamente difícil arrancarle una confesión íntima sobre la vida en pareja. Prefiere enumerar otras prioridades: "Siempre necesito volver a mis cosas, a mi casa, preservarme un poco. Volver a la normalidad de mis amigos, de mi familia, mis partidos de fútbol, comer un asado, agarrar la tabla para ir a surfear tanto al agua como a la nieve, jugar al tenis, leer un libro, tocar el piano en mi casa, una película. Soy una persona que necesita preservarse".

—¿Por algo en especial?

—No me sienta bien, no me sienta cómodo estar en constante exposición. No es una actitud de divismo ni nada. ¿Viste cuando necesitas aflojar con la exposición? Tiene que ver con eso. En un escenario uno disfruta, pero hay un montón de cosas al lado que son muy duras.

Política. Pero no sólo de música, discos y hobbies vive el hombre. También hay espacio para reflexiones políticas. El disparador es su enojo por la ambición desmedida del mundo. "Creo que la ambición en unas pequeñas dosis está buena, si tiene buenos fines. Si es por un objetivo de trabajo, un proyecto, una pequeña dosis te ayuda a focalizarte –aclara–. Lo que me hace daño es la desmesura de nuestra clase dirigente, que no es nueva y que interfiere con los objetivos de crear un país con educación y salud que funcionen".

—Se lo nota desencantado.

—Desgraciadamente descreo mucho de la clase política, los políticos me han desilusionado mucho. Veo que nuestra clase dirigente ha gobernado un país por la ambición misma, para acumular poder. Es una pelea entre ellos, donde los ciudadanos estamos viendo todavía cuál es el proyecto. Por eso está bueno cuando se tratan ciertos temas que hay que mejorar, como la Ley de Medios, la Ley de Matrimonio Igualitario, la Ley de Adopción. Hay un montón de temas de Derechos Humanos. Que los militares que le han hecho tanto daño a este país tengan su juicio y cumplan su condena.

—¿Cómo ve al país?

—Lo veo con algunas iniciativas interesantes, con cosas buenas, pero con una maroma, una lucha de poder detrás que quita claridad a los temas que te estaba diciendo. Me parece que la Argentina tiene que estar más conectada con el mundo en todo sentido. A nivel económico, a nivel crédito, a nivel conexión. Tenemos que fortalecer la alianza con Brasil y tratar de sacar un país adelante, de tener el campo y la industria ordenados, porque es la posibilidad ante el mundo de que la Argentina crezca. Creo que el Gobierno se tiene que sentar a hablar con todos; el diálogo es fundamental, por más que no pensemos de la misma manera.

—¿Considera que falta diálogo?

—Sí. En este "divide y reinarás", en este "¿de qué lado estás?" hay cosas que las comparto y otras que no. A mí me encanta la sobremesa, hablar de política, intercambiar. Hoy necesitamos equilibrio, no pensar que el otro es enemigo. La televisión tampoco ayuda, porque desde la tele más amarillista y más mediocre se instala también una polémica constante, y gente que se pelea y se dice cosas terribles en un horario que no me parece que los chicos puedan ver. Ocupan muchas horas de tele sin ningún aporte, peleándose, gritándose y diciéndose cosas terribles y vos te preguntás cuál es el fin de todo esto. Se tocan temas escabrosos y muy sensibles que no se dan en el ámbito propicio para tratarlos. Hay mucha polémica que no nos ayuda al diálogo coherente.

—¿Cómo nos ven en el exterior?

—A veces nos ven y a veces ni siquiera nos ven. A eso me refiero con que a veces Argentina se desconecta. Desgraciadamente en el mundo no están preocupados por lo que pasa acá. Es así. Está bueno que nosotros los argentinos tomemos conciencia de que tenemos que sacar nuestro país adelante.

El show… En marzo del año próximo cumple 40 años, fecha en la que –se dice– el hombre hace balances existenciales. "Creo que el balance lo hacés antes –opina–, a partir de los 30 y pico de años, cuando empezás a ver las cosas de otra manera, a entender algunas reglas del juego que antes no entendías".

—¿Cómo se refleja en su caso?

—En varios puntos. Tomar las cosas con un poquito de paciencia para comprenderlas mejor y no reaccionar desde el temperamento. Entender qué le pasa al otro que te está escuchando. Con el tiempo aprendí a manejar los extremos, que no son buenos. El asunto es cuando el temperamento te hace equivocar y te quita claridad.

Lo del balance existencial tiene mucho de mito, pero Diego Torres –futbolero de ley– desmiente una máxima de pantalones cortos, ésa que dice que con la edad, el hombre retrasa su posición en el campo de juego. El músico juega muy seguido al fútbol, y lo usa como descarga. Se declara polifuncional, un jugador de toda la cancha. Y no es metáfora. "Juego de lo que sea porque me mantengo en estado. Salgo a correr mucho. El deporte en mi vida es tan importante como la música, es un modo de vivir. Salir a correr es parte de mi terapia solitaria".

Lo que sí es una figura literaria es la manera en que definió a sus hermanos. Dijo de ellos que eran "un scrum" de rugby. Para quienes no conocen del deporte de la guinda, es la formación compacta que va para adelante contra todo obstáculo. Unión a prueba de todo. "Con mis hermanos hay una unidad, una complicidad y una incondicionalidad muy grande en las buenas y en las malas. Siempre lo sentí, con nuestros aciertos y errores, con momentos mejores y peores. Estamos muy pendientes el uno del otro. A eso me refería con la metáfora del scrum de rugby, que puede tener cero ternura, pero el que jugó al rugby lo entiende bien". Y en los momentos malos es cuando ese scrum se hace más fuerte.

A lo largo de su carrera, Diego Torres editó 8 discos, y entre todos ellos hay una distancia temporal atendible. El muchacho se toma sus tiempos. Cuando se le consulta el porqué, lo atribuye a las giras y al proceso creativo, que suele insumir alrededor de dos años o más. Pero en este caso hubo un motivo extra: "En este disco se hizo un poco más largo el período por problemas personales, como la salud de mi viejo, que me fue demorando y no tenía energía para otra cosa", explica. Julio César "Lole" Caccia, su papá, falleció hace poco más de un mes. A los pocos días, su hijo subía al escenario para cantar en Puerto Rico.

—¿Qué significa para usted la frase "El show debe continuar"?

—Acompaña mi vida y la de tantos artistas. Encierra muchas cosas esa frase, no es que se cierra la puerta, sonrío y el show debe continuar. Tiene mucho contenido y mucha densidad. Lo viví con mi mamá desde chiquito cuando estaba internado mi abuelo y muy grave de salud. Mi mamá estaba cantando sabiendo que tenía que hacer su función y que mi abuelo estaba internado. Murió cuando mamá estaba cantando. Yo estaba con ella, estaba de invitado en su show. Me acuerdo claramente cuando mamá bajó al camarín y estaba el Chino Verna, que era un cirujano muy amigo de mis viejos que fue quien le dio la noticia a mi mamá, y después la vida me puso en ese mismo lugar. Como la gente se alimenta de las canciones que uno canta y la energía que uno transmite, yo también me alimento de lo que la gente me devuelve en cada concierto, y eso tiene que ver con esta frase. En este momento difícil de la vida estoy buscando por ahí. Estoy cumpliendo con lo que mi padre hubiera querido que haga, que es cantar y asumir los conciertos.

Fuente:elargentino.com

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